Historia de Oberá
En Europa y Asia, se veía a América como un continente vacío, ideal para embarcar hacia allí su creciente población que atravesaba por un malestar político, financiero y social, sus habitantes vivían llenos de incertidumbre e inseguridad. Entre los principales países que promocionaban la llegada de los inmigrantes estaba Brasil, que para atraerlos a sus tierras, el gobierno les ofrecía facilidades de traslado, con pasajes gratuitos desde Europa hasta el nuevo destino.
Así, en 1.891 unas 200 familias abandonan el puerto de la capital de Suecia rumbo a Brasil. El viaje duró varios días, pero al llegar a destino una epidemia de fiebre amarilla impidió a éstos inmigrantes desembarcar en Río de Janeiro, razón por la cual tuvieron que seguir viaje hacia el sur, llegando a Puerto Santos el 25 de Junio de 1.891, donde fueron embarcados sin ningún tipo de comodidad e higiene, teniendo además que dejar casi todas sus pertenencias por la falta de capacidad del barco. Al llegar a Porto Alegre, después de varios inconvenientes, fueron ubicados. Un mes más tarde, se les ordenó seguir viaje: las mujeres y los niños en carretas tirados por bueyes y los hombres los acompañaban a pie. Llegaron de esta forma a Santo Angelo, donde los esperaban sus equipajes y aquí pudieron trabajar en la construcción de galpones, lo que era toda una novedad para ellos, al igual que la comida exótica a la cual tuvieron que adaptarse.
Nuevamente decidieron emprender viaje hasta Porto Lucena, donde comenzaron a trabajar tierras vírgenes, quebradas y con piedras; ya había pasado un año desde su partida de Europa. Desmontaron la selva, limpiaron y prepararon el terreno para la siembra y la construcción de sus casas.
Algunos, vencidos e indignados por la terrible situación decidieron volver a su patria y los que quedaron no se adaptaban al nuevo ambiente y al idioma; comenzaron entonces a hablar para trasladarse al territorio de Misiones a probar suerte.
En 1.902 resolvieron abandonar Porto Lucena rumbo a Misiones, donde se encaminaron hacia Bonpland. Tuvieron que empezar todo de nuevo, con los desmontes, la limpieza de la tierra y la construcción de las viviendas.
Estos inmigrantes habían escuchado por medio del personal de agrimensura que no muy lejos de donde estaban ellos asentados, existían unas tierras llamadas Yerbal Viejo, mensuradas en 1.907, donde abundaban árboles de valor y buen suelo.
En 1.908 cuatro de los colonos suecos decidieron explorar esas tierras, ellos eran: Los hermanos Kallsten, Halar Bengelsdorf y los hermanos Carlos y Guillermo Petersson. Estos volvieron fascinados con Yerbal Viejo y relataban la prometedora tierra roja y sin piedras e insistían en el traslado al lugar, pero los ancianos se resistían a la idea.
El gobierno ofrecía excelentes condiciones de tierras mensuradas del Yerbal Viejo para que pudieran habitarlas y aprovecharlas, eran lotes de 50 y 70 hectáreas, a pagar en 6 años. Así, en 1.913 resuelven el traslado en masa al Yerbal Viejo, atravesando a filo de machete la exuberante selva y cruzando arroyos. Recorrieron esos 60 kilómetros en 2 días.
Instalados finalmente allí, comenzaron los trabajos de aserraje de madera a mano para la construcción de sus nuevas viviendas y así, poco a poco iniciaron nuevamente sus vidas.
Posteriormente, otras familias que se encontraban en Brasil decidieron dejar esas tierras para venir al Yerbal Viejo, constituyéndose así la mayor colonia de suecos de América Latina.
El Parque Sueco fue el primer asentamiento de inmigrantes en 1.913, colocando así la piedra fundamental de una nueva colonia, anexándose en el otro extremo de la ciudad, cerca de avenida Libertad y Ruta Nacional 14, otro grupo de suizos, brasileños y criollos.
La creación oficial de Oberá fue patrocinada por el entonces gobernador de Misiones, Dr. Héctor Barreyro, quien visitó la colonia en 1.918 y como le gustó el lugar adquirió unas hectáreas en lo que hoy es el centro de Oberá.